Libérate de la presión y el estrés

Happy Farmer
Foto por Koshy Koshy (Creative Commons)

Muchos de los lectores del blog me escriben acerca de la presión y el estrés que sienten en sus trabajos. En muchas ocasiones estos sentimientos de estrés son una prueba más del enfrentamiento interior con las circunstancias, de la infelicidad al fin y al cabo.

Escucha más a la gente a tu alrededor. Siempre se dice que la naturaleza nos ha dotado de dos orejas, dos ojos y una sola boca, por lo que hay que mirar y escuchar el doble de lo que se habla. En ocasiones simplemente escuchando a los demás encontrarás cosas sorprendentes. 

Junto con el punto anterior, acerca de escuchar a los demás, hay que pensar que escucharemos cosas que no entren dentro de nuestros esquemas. Ante estas afirmaciones es importante ser flexibles, de esta forma no coartaremos la opinión de los demás. Es posible que descubras posiciones que no entraban dentro de tus esquemas hasta ese momento pero tal vez lo hagan a partir de ese punto. No se trata de ser permeable a todas las opiniones de los demás, pero tampoco de ser impermeable a ellas.

No te excites. El nerviosismo no te llevará a ningún sitio y además bloqueará tus pensamientos. Si te sientes presionado  o nervioso por alguna circunstancia, no tomes decisiones en ese momento y aplaza tus acciones a un momento en el que puedas pensar con mayor claridad.

No pienses en que si puede salir algo saldrá mal, porque entonces ocurrirá  el fenómeno denominado “profecía autocumplida”. Si algo no sale todo lo bien que esperabas piensa siempre en cómo de bien ha salido y no en como de mal ha salido o si podría haber sido peor aún. Piensa en positivo. 

Confía en los demás, y házselo saber. Consiste en traspasar el poder a los demás. En inglés se utiliza la palabra “enpower” como sinónimo de pasar el poder al otro. Díselo: “confío en tí”, “sé que lo harás bien”, etc.

Todo el mundo es importante y juega su papel. En los hoteles yo siempre saludo al personal de limpieza y les dedico un “buenos días” o “buenas tardes” con una amplia sonrisa. Todo el mundo es importante en el funcionamiento de las empresas y hay que hacérselo saber. No hay nada que me moleste más que las personas que no aprecian a camareros, recepcionistas o personal de limpieza o seguridad de los sitios que visito. ¿Has pensado en qué sería de ti si todos ellos se marcharan? 

En muchas ocasiones una sonrisa te sacará de un aprieto. Cuando vayas al supermercado a comprar sonríe al cajero/a, cuando vayas a la gasolinera sonríe a la persona que te atiende. No hablo de una sonrisa falsa, de compromiso o en respuesta a una sonrisa previa. Hablo de una sonrisa de primera mano, sin esperar a que el otro sonría. Por la mañana al levantarte y terminar de arreglarte en el baño, mírate al espejo y sonríete.

Cuando alguien haga algo por ti, sea lo que sea, da las gracias. El agradecimiento es un convencionalismo social adecuado para favorecer futuras acciones similares. Dar las gracias cuando ni siquiera hay que darlas es, además de un signo de buena educación, algo con lo que le harás la vida más agradable a los demás y a ti mismo.

Se comprensivo y amable. Ponte en el lugar del otro y entiende las circunstancias. En otro momento es posible que el otro se ponga en tu situación y necesites de su comprensión. En definitiva, se amable con el otro. Ayuda a los vecinos mayores con sus bolsas, abre la puerta a los demás, cede tu asiento a ancianos y embarazadas. Tú sabes qué es lo correcto.

Defiende tus posiciones indicando lo positivo de ellas, pero no lo negativo del otro. En algunas ocasiones más vale no seguir hablando con el otro cuando no está dispuesto a cambiar de opinión y esta falta de flexibilidad se puede convertir en un conflicto. Hay que respetar la opinión de los demás, aunque sea completamente contraria a la nuestra en algunos asuntos. Al fin y al cabo es su opinión y no la tuya, y tu esquema de vida se basa en tus opiniones y no en las suyas.

Celebra los pequeños éxitos que la vida te da. Sal a comer con amigos y colegas cuando consigáis algo juntos. Es otra forma de agradecer a los demás y agradecerte a ti mismo el trabajo bien hecho. Reconoce cuando los demás hagan algo bien el doble de lo que reconoces tus propios logros. A veces una palmadita en la espalda es el mejor de los incentivos.

En alguna ocasión te habrás equivocado o no habrás hecho algo todo lo mejor que puedes. Hace un momento un cliente me pedía un plazo para unos materiales y le informé de que no era posible cumplirlos, por lo que la venta no se realizaría. El pedir perdón o decir lo siento en momentos como este no es porque no se haya realizado la venta, en este caso no habría nada que decir, sino porque le hemos fallado. Pedir perdón es simplemente una forma de reconocer nuestro error y que haremos lo posible por no volver a fallar.

Se consciente de que no llevas la razón todo el rato. Hay momentos en los que no lo sabes todo o que el otro lleva toda la razón, o parte. Reconócele su acierto y asume tu equivocación. No pasa nada. Todo el mundo se equivoca.

Argumenta con experiencias anteriores. No está de más recuperar el papel que los contadores de historias tenían en las tribus. Los hechiceros de antaño eran los encargados de contar las historias de la tribu que pasaban de boca a oreja. Conviértete en el hechicero de la tribu poniendo ejemplos de la vida diaria o experiencias similares vividas. La experiencia anterior es el mejor argumento.

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